martes, 5 de octubre de 2010

"Cuando oímos los tiros, y ahí estaba tiradito junto con otro señor"

Es una mañana gris y nublada. Es un Domingo día de mercado. A pocos metros del Corregimiento de Cisneros, sobre la vía que comunica a Cali con el Puerto de Buenaventura, se llega a una humilde vivienda de la Vereda Playa Larga, en donde una mujer -con un machete en la mano- espera la caravana por la vida y la memoria.

Se trata de Cristina Bejarano, una mujer a quién el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia, le mató a su hijo Jesús Elides Córdoba, junto con tres hombres más el 17 de Diciembre del año 2000.

Al lado de la casa, de color verde y a 200 metros del Río Dagua, se encuentra lista la segunda cruz, con un jarrón con dalias color naranja y tapada con un mantel blanco.

Doña Cristina, que sigue con el machete en la mano, señala a lo lejos el sitio en donde fue asesinado su hijo.

“Allá en la curvita, en los Tres Chorros murió mi hijo. Cuando oímos los tiros, el primerito que salió fue el papá y la hermana, y ahí estaba tiradito junto con otro señor y un herido que posteriormente murió en Cali”, relata Cristina.

Al preguntar porqué las AUC mataron a su hijo, Doña Cristina asegura que cree que fue por envidia.

“Mi hijo era un hombre que le gustaba trabajar. No le gustaban los problemas. Yo digo que fue por envidia porque el no era guerrero o que tenía enemigos con la gente no. Sino por envidia”, recalco.

Como grave, calificó doña Cristina, la muerte de su hijo y de las otras personas a manos de los paramilitares.

“Yo veo esto como grave. Porque gente que no tenga culpa, no tenga enemigos y como ellos bajaban haciendo tiros y mataban, pues ahí pasó eso. Mataron muchos jóvenes, ese día”, reveló.

Cristina, asegura que le tocado criar los tres niños que él dejo. Una niña y dos niños barones.

“Yo los he criado dándole escuela. Llevo cuatro años guerreando sola. Mi hijo tenía un negocio de comida y venta de licor, con el que sostenía a los niños y a mí. Mi esposo lo mató un carro hace 4 años. Yo estoy enferma. No me puedo agachar porque el especialista me dijo que tenía la columna desgastada y si se me reventaba quedaba en silla de ruedas o me moría, pero tengo que trabajar”.

Según relatan los pobladores de este sector de la Vereda Playa Larga, vía al Puerto de Buenaventura, el 17 de diciembre de 2000, los paramilitares pasaron en una camioneta matando a quién se encontraba, entre ellos Jesús Elides Córdoba, junto con Didier Leiva, Martín Alonso Echavarría y Roberto Riascos.

Hoy, diez años después, las cuatro muertes siguen impunes.

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